Hace 28 años, el 12 de febrero de 1993, se estrenó Groundhog Day. Clásico de clásicos, el personaje principal vive un suceso “cósmico” que le impide avanzar en el tiempo como el resto, quedando atrapado viviendo el mismo día al infinito. Finalmente, Phil Connors (Bill Murray) acepta su destino, conquista a la dama, y es redimido/liberado de su bucle. El porqué nunca queda claro.

El año pasado se estrenó Palm Springs, una comedia con exactamente la misma premisa, pero algunos giros. En este caso, los personales NO aceptan su destino, averiguan qué pasa, formulan una hipótesis (teoría dirían los más conspirativos) y logran salvarse. Si hay redención, no es claro. Si conquista a la dama, tampoco.

Parado sobre estos sólidos pilares, testigos atemporales del desarrollo de nuestra sociedad, intentaré explicar una idea que tengo hace tiempo1: hoy los humanos estamos convencidos que TODO tiene una explicación y una solución, y que el conocimiento o información necesarios para la iluminación están en alguna parte de internet. Humildemente, llevaré esa idea aún más allá para explicar el estado actual de la sociedad, las teorías conspirativas y la división social que tanto me entristece, en mi país Chile y en el mundo.

Nací el ‘85, así que las películas de los 80’s y 90’s ocupan un lugar privilegiado en mi corazón. Da lo mismo si son joyas del séptimo arte o bazofias sin sentido, las amaré por siempre. Dado ese amor, es inevitable compararlas con las películas actuales e igual de inevitable darse cuenta que muchas películas del pasado usaban la magia, poderes superiores o espirituales como pieza fundamental de la trama. Reencarnaciones, ángeles, o simplemente “eventos mágicos que pasan” eran usados para dar pie a las más locas ideas de argumentos. Había películas pseudo-científicas, pero a muchas (al menos más que ahora) les bastaba una explicación esotérica.

Hoy, es incomprensible pensar en películas con ángeles tomando forma humana, incluso las películas de zombies más raras tienen que tener alguna explicación que suene razonable (en este caso, y de nuevo con Bill, el eje de la tierra cambiando de posición, wtf). Lo sobrenatural ha quedado relegado a las películas de súper héroes y aún ahí se dan vueltas en círculos para justificar con “ciencia” lo que está pasando. Thor lo dice literal en una película: “tus antepasados (la gente de los 90’s) le decía magia, ahora ustedes le dicen ciencia." Da lo mismo lo que mueva la trama, los guionistas intentarán explicarlo con términos “científicos” para que quedemos tranquilos.

Hollywood y la sociedad completa nos reafirman la promesa de la era de internet: tenemos a disposición todo el conocimiento de la humanidad a 2 clicks de distancia y la humanidad nunca había sabido tanto, entonces todos tenemos que saberlo TODO. O al menos tener una idea o explicación razonable de porqué pasan las cosas.

Cuando camino de noche sin linterna por el bosque, los ruidos no me asustan. SÉ que no existen ni fantasmas ni espíritus y que, aún de existir, lo más probable es que sean animalitos (los animalotes ya están extintos o me tienen más miedo que yo a ellos) o el viento. Cuando leo que alguien usó masa madre y técnicas de los tiempos egipcios para hacer pan, puedo buscar en Google el video en YouTube del pan. Si quiero entender la sociedad gringa u holandesa, hay comediantes con shows diarios o semanales ofreciendo hipótesis. Sí, comediantes, y esos son sólo los profesionales, hay hartos payasos haciendo lo mismo.

Phil Connors

El personaje de Bill Murray en Groundhog Day es un idiota. Se cree famoso e importante, al menos lo suficiente como para pensar que reportar sobre una marmota mirando su propia sombra está por debajo de él. Al principio del bucle infinito que lo obliga a repetir el mismo día una y otra vez se deprime, se siente atrapado, intenta suicidarse. Nada le resulta, es una condena inevitable e insufrible. Hasta que un personaje le enseña que hacer bien a los demás es el sentido de la vida. Phil (Bill) dedica sus días a hacer el bien e intentar conquistar a la dama. Sus actitudes cambian: ayuda al desagradable amigo de la infancia, intenta salvar al mendigo y evita accidentes por doquier. Se convierte en una mejor persona. Al darse cuenta que su destino es inevitable, elige el camino del bien. Está atrapado y al parecer para siempre (llega a cuestionarse si tal vez sea un dios), pero mientras lo esté hará lo posible porque los demás tengan el mejor día posible, infinitas veces. Incluso cuando un día llega a conquistar a la dama, para luego volver inevitablemente atrás, no se da por vencido.

El día que se repite para Phil es la víspera de una tormenta de nieve que obliga a cerrar caminos, cancelar vuelos y quedarse (atrapado) en casa. No es hasta que el personaje acepta la inevitabilidad de su vida, tal cual se acepta una tormenta de nieve, además de ser una mejor persona, que hay un poder superior indescifrable e incomprensible, que logra capear su sufrimiento personal. Solo cuando deja de escapar logra salir, cuando se da cuenta de su propia estupidez y egocentrismo.

Los personajes de Palm Springs (y por transitividad los personajes de cualquier película moderna o de nuestra sociedad actual) son igual de idiotas y egoístas que Phil. Sin embargo, a pesar de aceptar su destino, nunca lo hacen aceptando sus falencias. Continúan igual de deprimidos que antes, igual de infelices. Dicen vivir el día a día, pero se dedican a distraer la realidad con alcohol o pasatiempos estúpidos. Parecen más atrapados por sí mismos que por sus circunstancias: relaciones superficiales, ansiedad por guardar las apariencias, decisiones de vida aparentemente irreversibles pesan más que el bucle infinito en la balanza de su infelicidad. Uno de los personajes tiene que periódicamente matar a otro para poder lidiar con su depresión.

Donde Phil acepta su realidad como algo inevitable, superior a él, y por ende algo con lo que vivir y sobrevivir, donde asume su depresión y sus propios defectos, Nyles y Sarah continúan deprimidos para siempre. Sobreviven gracias a placeres efímeros que los llevan de un momento a otro. No creen en fantasmas o algo sobrenatural, saben que lo que pasa es que simplemente son, y serán para siempre, incapaces de entender y solucionar su problema. Sobreviven, pero nunca aceptan realmente su ignorancia.

Hasta que Sarah se aburre y decide actuar. No es un actuar por el bien de los demás, es un actuar moderno e individualista: tiene que entender qué pasa y solucionar el problema, me acompañen los demás o no. Busca en internet, asiste a clases online, (postea en Instagram), habla por zoom con eminencias en física cuántica (que, tema aparte, es la nueva “magia” de la cultura popular) y logra, gracias al tiempo infinito que le concede su bucle, desentrañar su realidad. Formula una hipótesis, la prueba y comprueba, para después liberar (casi obligada) a todos los demás personajes. No hay aceptación, hay comprensión; no hay ignorancia, hay conocimiento; no hay esoterismo, hay método científico. Más importante: hay acción y liberación. No es necesario esperar a que los poderes superiores se apiaden de nosotros, vamos a (literalmente) explotar bombas para escapar de nuestra suerte.

Spoiler de Palm Springs

Esa es, queramos o no, la “realidad” que vivimos. Uso comillas porque no es realidad. Tenemos un conocimiento exponencialmente mayor que nuestros antepasados y está COMPLETAMENTE al alcance de nuestra mano, pero aún nos queda infinito más por conocer y no tenemos tiempo para acceder a todo. Con suerte nos conocemos a nosotros mismos y vamos a entender problemas como el porqué el mundo está tan dividido. Aún me cuesta lavarme los dientes todos los días, ponerme bien la mascarilla o caminar sin tropezarme, pero ando juzgando movimientos sociales o comportamientos de países enteros porque leí un libro de Daniel Kanheman.

La Realidad es que creemos entender, lo cual es más peligroso que entender poco. Si hay algo que no entendemos bien, en poco tiempo lo haremos al escuchar o leer en redes sociales una opinión “informada” que tomaremos por hecho. Si no, es cosa de buscar en Google para encontrar innumerables explicaciones, algunas basadas en evidencia (con alfa mayor a 95%) y otras simplemente opinilogía. Hay ciencia que hace avanzar al mundo, no concibo un mundo sin ciencia, pero también hay ruido y opinilogía, que gracias a nuestros sesgos se confunden.

Se nos ha vendido (y hemos comprado) la idea que el mundo tiene explicación, que con tiempo y una conexión a internet podemos llegar a soluciones mejores que cualquier experto. Que no hay problema sin solución.

Nadie nos ha dicho que el desafío más difícil está en entender y plantear el problema, que la solución es la parte fácil. Nos quedamos con definiciones superficiales y soluciones en búsqueda de problemas. Da lo mismo lo improbable de la idea, mientras calce (o pensemos que calce) con lo que pensamos es el problema, basta. Ideas conspirativas han existido siempre, pero nunca en un mundo donde un intento de método científico es rey: leer o escuchar algo a favor es evidencia suficiente para probar nuestra hipótesis, independiente de la evidencia en contra.

La Realidad es que somos y seremos infinitamente ignorantes, especialmente de nuestra propia condición humana. Aunque creamos identificar el problema o causa raíz, estaremos equivocados; aunque tengamos la solución perfecta, estaremos equivocados. Dejemos de engañarnos y volvamos a aceptarnos. Hay cosas que son imposibles de entender, especialmente nosotros mismos, resignémonos a ayudarnos y ayudar a los demás. Trabajemos en conjunto para encontrar soluciones adecuadas, aunque no perfectas, que nos lleven a construir una mejor sociedad.

Bertrand Russell dijo “mucha gente prefiere morir que pensar”, preferimos defender creencias superficiales, sin evidencia, antes de pensar críticamente o intentar cuestionarlas. Un jefe tenía una versión contrapuesta, pero análoga: “si ves a alguien muy convencido de algo, apuéstale en contra”.

Yo leyendo sobre economía del comportamiento.

Igual que frente a una tormenta de nieve nos entregamos, cuando ocurran cosas fuera de nuestro control seamos humildes como Phil. Aceptemos la realidad y dediquémonos a ayudar al resto, a aceptarlos tal como son: humanos imperfectos y perdidos, tal como nosotros. Simios conectados a internet que creen comprender el mundo. Esa aceptación y ayudar al prójimo son el camino a la felicidad. Es el camino a despertarnos al día siguiente de un día que pareció infinito, al lado de la persona que más amas, a tomar un café. Es el camino a un mundo mejor, para ti y para el resto.


  1. considérese avisado de los spoilers de Palm Springs. ↩︎